Bario conoció el graffiti desde que iba en la secundaria; divide su trayectoria en tres etapas
Por: Miguel Flores/KlandestinoTV
Si abres una página de google y en el buscador tecleas la palabra Bario, te aparecerá que es un elemento químico metálico, de número atómico 56, de color blanco amarillento, blando, pesado, abundante en la corteza terrestre, que se encuentra en minerales como la barita y la baritina y se usa en el blindaje de muros contra radiaciones y como medio de contraste en radiología.
Su símbolo en la tabla periódica, puede encontrarse como Ba. Esta palabra llamó la atención de un joven graffitero del oriente del Estado de México (Edomex), cuando cursaba la secundaria. Decidió tomar esa palabra como sobrenombre para plasmarlo en las paredes.
En entrevista para KlandestinoTV, Bario cuenta que esa placa llegó a él cuando cursaba la secundaria, viendo la tabla periódica. “Empecé a ver las letras, la B la A y la R fueron las que me llamaron la atención principalmente”.
Sin embargo, antes de Bario tuvo otras placas, como Bash, Llave, Acme, sin embargo, la que más le gustó fue la que aplica actualmente por las letras, e incluso por el elemento químico y sus características.
Bario tuvo sus primeros acercamientos con el graff cuando cursaba la secundaria, “como todos o como la mayoría”. Señala que él estudiaba la “secu” en Pantitlán, y veía a muchos escritores de graffiti de la zona. “Veía a Norbick, a Print, a varia banda de ahí, y ya de ahí empecé yo a ver bombas, y de ahí empecé”.
Bario considera que el tiempo que lleva pintando, que fue desde el año 2000 hasta la fecha, puede dividirse en tres etapas: la primera fue el acercamiento con el graff en Pantitlán, viendo y boceteando, aunque aún no pintaba como tal. La segunda etapa fue cuando conoce a Sorne, y comienza a convivier con él. En esta etapa también comenzó a marcar su actual crew, el NCK. En esta etapa comenzó a hacer otras cosas, como wild style y letras más elaboradas, y ya no solamente bombas. La tercera y última etapa es la actual, en la que volvió a estilo de las bombas, legales de vez en cuando y cosas un poco más elaboradas.
Al NCK llegó cuando hace unos años trabajaba en la Plaza de la Tecnología, en el Centro de la CDMX. Ahí siempre escuchaba música reggae. Tenía un vecino, de otro local, que era Sorne. “Ahí, entre coto, empieza a salir la parte del graffiti, veo que empieza a llegar bastante banda ahí con él de varios crews, 54, 47, SH, de un montón de crews, y en una ocasión le dicen Sorne, entonces yo de ahí empecé con él a hablar, y le pregunté que si era el de los NCK, entonces ya teníamos una amistad, y de ahí surge que empezamos a hablar de graffiti, y ahí llego al NCK”.
Para Bario, la mejor parte del graffiti es la convivencia, pues ha ganado bastantes amigos y ha conocido mucha gente gracias a él, y no solamente de México, sino de otros países también. Otra de las cosas que le gusta es que puede expresar sus ideas, que es muy diferente hacerlo en una libreta que en una pared.
Nunca le ha pasado por la mente dejar el graffiti, pues lo considera parte de su vida. “Durante todo este tiempo he convivido y he hecho y como todos, ¿no?, le he dado su tiempo, lo he dejado, le he dado su tiempo, lo he dejado, pero siempre ha estado, entonces, es parte de mi vida, yo creo que tal vez llegará un momento donde ya por la edad y eso lo deje, pero mientras pueda pintar y hacerlo yo creo que sigo en este movimiento”.
Su familia sabe que pinta, pues incluso sus padres llegaron a ir por él a los separos. Recuerda que desde la secundaria le tenía que pedir a su mamá pintura, pues lo veían rayando las bancas los profesores, y le pedían pintar los pupitres.
“No es bien visto pero saben que me gusta eso, es parte de mis hobbies (…) la segunda fase me dijeron que implicaba mucho riesgo, sobre todo en la parte ilegal, entonces ponte a pensar de esto y demás”, señala.
“Es graffiti por pasión y no por moda”, expresa.
Recuerda la primera vez que pintó una bomba. “No pensé un poco las consecuencias, las primeras veces para mí eran, yo veía exponentes, yo veía mucho a Orbit, lo veía en el metro, aéreos, de ahí yo decía: cómo le hizo para llegar ahí. Yo en ese entonces vivía en Iztapalapa, y eran unas unidades recientes, rentábamos un departamento, y las primeras veces yo vi hasta arriba, y dije: de ahí me van a ver todos. Entonces estaba abierto, no había un candado ni nada, me subí hasta el quinto piso, y tenía un amigo que también le gustaba pintar, ahí vimos el espacio, agarramos, hicimos la mitad y mitad, esa fue mi primera experiencia ya rellenando y todo, tuvimos todo el tiempo porque pues no había nadie, ni vecinos ni nada, no quedó como hubiera querido, pero sí fue de las primeras veces. Ocupé blanco y negro, entonces no siempre el color te agarrar y demás, aunque parecía buena idea, en ese tiempo no era cromo y negro los colores principales, se usaba blanco y negro”.
Ante la pregunta de si prefiere el graffiti legal o ilegal, señala que depende, pues el graffiti se realiza por adrenalina, por lo que “el ilegal siempre va a ser ilegal”.
Sin embargo, cuenta que también le gusta el legal, pues puede hacer algo más elaborado, con más tiempo, y algo que le guste y detallado. “Yo le campechaneo entre los dos, legal e ilegal, no tengo una preferencia, pero depende también con quién vaya a pintar y si es con un exponente que pinta muy bien, pues me gustaría tener más tiempo de detallar, y hacer realmente una letra más complicada”.
Sus pintas son muy coloridas y tienen algunos detalles en sus letras que pocas veces se ven. Esto, dice, parte desde la placa, que es un átomo. “Es parte de la explosión como que del átomo, las partículas que se generan, y cuadra mucho con mi dúo de graffiti (Sank), él tiene mucho la idea de galaxias, entonces como que coordinamos mucho eso, y es donde sale tanto color, la explosión, es eso”.
Bario concluye la entrevista señalando que el graffiti le ha dejado muy buenas amistades, de años. Menciona, entre ellas, a Sorne y a Sank. “He tenido bastantes amistades de años, no solamente de poco tiempo”, termina.
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