Tagger conoció el graffiti hace unos 20 años, cuando cursaba la secundaria; es originario del barrio de Pantitlán, al oriente de la Ciudad de México, lugar que, dice, considera como su mundo
Por: Miguel Flores
Tager inició hace unos 20 años en el graffiti, cuando cursaba la secundaria. Ahí comenzó a ver pintas y crews en las calles que quería imitar. En entrevista para KlandestinoTV, cuenta que en Pantitlán, al oriente de la Ciudad de México, de donde es originario, siempre se vio el graff de manera clandestina e ilegal.
“En esos tiempos Orbic, Splin, Herpes, esa banda fue la que me motivo a pintar, verlos en las calles, y quererlo imitar, sí fue por la secu por lo que uno quería hacerlo en el desmadre de amigos”, señala.
A pesar de que tiene dos décadas que conoció el graffiti, lo ha dejado por diferentes situaciones. “Como 20 años ya dándole, no te voy a decir que los 20 seguidos, porque hay cosas, hay otras prioridades, y por ejemplo, así pues bien bien, unos 20 años que ya conocemos este pedo y pues aferrándonos a la pintura, no dejándolo, cuando se puede se le da”.
En la secundaria le preguntaron qué quería pintar, y recuerda que él pensaba poner Helio, sin embargo, no le gustaban del todo las letras. “Un güey me dice: pues pon Tiger, de mamada, y dije: no, no mames, se escucha bien cagado, y dije, si le cambio la “i” por la “a”, le pongo Tager, pero en ese tiempo no sabía que Tager es graffitero ilegal, yo no sabía que un tager es la escena ilegal en este pedo, yo me di cuenta mucho después me enteré que es eso, pero yo empecé pintando eso sin enterarme que era graffitero ilegal, que hace bombas, tags, todo ese pedo, y ya fue que lo decidí tomar”.
A Tager nadie lo instruyó sobre qué era el graffiti ni cómo comenzar a salir a las calles a practicarlo, pues dice, en ese tiempo era algo que hacían las personas “grandes”. Cuenta que cuando tratabas de acercarte a alguien, diciéndole que querías aprender, ellos le decían que estaba muy joven para eso y que mejor se dedicara a estudiar. “No hubo nadie que me jalara a mí, que me dijera: este pedo es así, esto es una bomba, esto es un tag, estos son los marcadores que puedes ocupar, con este puedes hacerlo, no hubo alguien que me haya dicho eso, yo más bien la viví en la calle, yo desde morrillo me acuerdo que jalaba con Splin, y ese güey más o menos, no me enseñó como tal, pero empecé a verlo con él, porque llevaba más tiempo que yo, ese carnal en esos tiempos tenía como unos 18 años carnal, 19, yo tenía unos 14-15, entonces quería ver qué hacía la banda, de tal manera, pues que me hayan enseñado: mira, haz esto, no, yo lo aprendí en la calle, fue de morro”.
Señala que varios escritores de la zona de Pantitlán fueron sus influencias. “York, de aquí del Arenal, en esos tiempos, siempre graffitero ilegal 100%, Splin de este lado de la Pantitlán, y siempre estuvieron divididos en esos tiempos los taggers, y la banda que hacía piezas, era la misma escena del graffiti, pero era como que muy aparte pieceros y taggers, y fue así que vi el graffiti, pero como tal que me hayan enseñado, no, yo lo aprendí en la calle”.
Tager pertenece al crew 59, y explica, siempre ha pertenecido a él, así como al PantiBrox, PSD, el Lado Oscuro de Panti. “Siempre he puesto esos número y esas siglas, y es con lo que siempre me voy a quedar hermano, como que, es lo que me enseñó el graffiti, mi escuela, esa es mi escuela, es la escena en el graffiti, y aquí en Panti, yo siento que el 59 y el PDS son los crews con los que siempre voy a estar y le voy a pintar pase lo que pase”.
Recuerda que llegó al 59 porque siempre ha sido de Pantitlán, y toda su familia siempre se ha dedicado a la comercialización de revistas y a los puestos de periódicos, y tenía un amigo que conocía a Splin, a quien siempre veía aplicado, y cuando se enteró que su amigo lo conocía, le pidió que se lo presentara. “Un día va pasando el carnal, y me dice mi amigo: mira él es Splin, y le dije que era un gusto conocerlo, y ese güey nunca me cerró las puertas, a pesar de que ese güey sabía que yo empezaba en este pedo, nunca me dijo que era un toy, ahorita la banda ya te etiqueta de: pintas culero, y nel, al chile todo es graffiti y ese güey siempre me abrió las puertas”.
Cuenta que en una ocasión, el mismo Splin le dijo que en la noche iría a pintar y lo invitó a acompañarlo. “Yo me acurdo que esa noche nos quedamos de ver por Panti, cerca, por la Guadalupe, y yo dije: no, ese güey no va a llegar, y sí , que llega ese carnal, con otros dos compas que no recuerdo de ese tiempo, pero con ese carnal me jalé y empezamos a pintar, todavía me acuerdo, de ahí empezó ese desmadre con ese carnal”. Esa fue una de las primeras veces que salía a pintar.
Fue Splin quien lo jaló al 59. “Fue difícil, no te voy a decir que no, a los crews de antes no podías entrar luego luego, no te pedían una cierta cantidad de bombas, pero yo digo que sí era difícil entrar a un crew, más bien en ese tiempo el 59 estaba a todo lo que daba, era un crew de los más representativos de este lado del oriente y ese carnal me jaló, no luego luego a la primera, me dijo: sabes qué, vas a empezar con la baja FN, Fifty Nine, cámara, va está bien, ya después de un tiempo me costó carnal, pero sí entré, en ese tiempo estaba Orbit, un vale que pinta Nulo, a Herpes no tuve el gusto de conocerlo, Hots, un güey que también pintaba, pero sí, en ese tiempo eran los recios, era verlos en las calles y era otro nivel de calidad, y fue ahí que empecé a jalar de ellos, pero fue no entrar luego luego, sí me costó trabajo, como un añito de jalar con ellos: jálate, vamos a pintar, vamos a subirnos a los aéreos”.
A Tager lo llena el salir a bombardear las calles, ver su nombre, estar pintando e incluso que lo correteen. “Yo siento que siempre me voy a quedar con la ilegalidad, lo clandestino, porque eso es lo vergas, es la esencia del graffiti, sí he pintado legales y he hecho unas piecillas, pero no me llena al 100%, así como que las haces rápido, y luego la hasta la banda me dice que no es ilegal, que me dé mi tiempo, y uno está acostumbrado a trazo y rellenos, entonces siento que eso es lo que me llena, o sea, la ilegalidad, lo clandestino, las calles, yo digo que siempre va a ser lo ilegal lo verga, para mí, respeto mucho a la banda legal que lo hace, que hace caracteres, lo respeto porque es graffiti también, yo me quedo con la escena ilegal”.
Para él, el graffiti no es arte, pues eso sería que las pintas estuvieran en galerías. “Yo lo he dicho: lo mío es vandalismo, y lo hace uno no para quedar bien con nadie, y si te gusta a ti o no, es lo que yo he dicho, no le gusta a la gente, a mucha gente no le va a latir pero yo siento que el graff es vandal, no es arte, porque no es arte, yo lo veo más vandal”.
Nunca ha tenido conflictos mayores con otros escritores de graffiti, pero, dice, si antes alguien pisaba a otro escritor, llegaba todo el crew de quien pisaste a “darte en la madre o pararte de culo”. “Hoy en día, los morros de ahora, les gusta el spot, y aunque sean bombas viejas llegan y te planchan, esos es lo que yo no estoy de acuerdo, la escena ha cambiado mucho estos últimos años a como yo la viví, y no está chido, por ejemplo, a un morro le late: no pues lo voy a pisar, ya no respeta la banda, ya no hay como un código entre graffiteros, y como tal, yo digo que eso está cabrón, todo evolucionó y el graffiti está evolucionando, sí claro, a como yo lo viví a como es ahora, tuvo mucha evolución el graffiti, pero yo digo, también hay que respetar, hay códigos, que banda de ahora que empieza no lo ven así: ah estoy bien atascado, y me gustó el spot, lo voy a agarrar, y no, yo siento que eso no es el pedo, y así tanto que yo haya visto guerras entre graffiteros, pues no, siempre era como: me pisaste, te pisé, cámara, un tiro y ya, en esos tiempos, aquí sobre el canal, llegaba un güey y hacía unas piezas, y llegaba otro güey y hacía algo más verga, era como un museo de llegar a veces y ver que un güey se aventó una pieza, y otro le aventó algo más verga, se pintaban con calidad y estilo, y ahora la banda nada más te pone puto, o te tacha, y eso no, era rifarse en las calles con graffiti, eso fue lo que yo viví, te pisaba alguien y tú tratabas de hacer algo mejor, llevabas tu boceto en la mano”.
A Tager, el graffiti no lo ha llevado a otros lugares a pintar. Cuenta que él ha ido a otros sitios porque quiere conocerlos, y si se da la oportunidad de pintar lo hace. “Uno va a otros lugares porque quiere conocerlos, ya si se te da aventarte una bombita, está chido, pero sí está chido que haya banda que en este pedo sobresalga y se van a otros estados, pero yo digo, en esta escena pues tú sales con tus méritos, si vas a cualquier lado y te avientas una bombita, ya es como el ponch extra, no van con esa idea de llegar a pintar, vas a divertirte, o a lo que sea, y si sale una bombita, pues qué mejor, pero así como tal que el graffiti me haya llevado a conocer otros lugares, como tal, no, a conocer personas, más bien fue eso”.
Tager piensa que el graffiti y la vida le han enseñado mucho. Señala que ha aprendido que no todo es como se piensa, pues se pierden amistades y comienzas a dejar de hacer varias cosas. “Yo digo que sí te enseña la verdad mucho la vida, yo he visto carnales, que por ejemplo, un día un güey estaba pintando, y lo atropellaron, o banda que ya se cayó de spots, o cualquier cosa, y son lecciones de vida que dices: no mames güey, si yo hubiera estado ahí o me hubiera tocado a mí, piensas cosas, que dices: no mames, me hubiera pasado eso a mí como graffiti vandal, porque uno luego pintando, no sabes el dueño que va a hacer, si va a sacar el tubo, te va a soltar unos putazos, no sabes la reacción que va a provocar el de la fachada, y luego sí me ha tocado que estamos pintando y nos corretean, nos avientan unos balazos, y es ahí cuando dices: ¿Vale la pena lo que estás haciendo? me estoy arriesgando, a huevo que vale la pena, porque es parte de uno y lo que se vive a diario, eso es lo verga, no tendría chiste eso, el graffiti ilegal, porque tú sabes que la ilegalidad es eso, sabes que lo que estás haciendo es malo, la gente no lo ve bien, y yo siento que eso es parte dé, así como que la vida del graffitero, que ese güey ya pintó mi fachada, vamos a darle en su puta madre, y así pasa, yo digo que te enseña la vida, dices si lo quieres hacer, hazlo, sino, no, hasta ahorita seguimos aquí y yo siento que va pa largo, y son experiencias que ninguna otra persona tiene más que el graffitero”.
Splin fue un graffitero que murió cuando estaba pintando un aéreo. Se encontraba arriba de un techo de lámina que se venció y le quitó la vida al caer. Tager era muy amigo de él. Sobre Splin, dice que lo recuerda como una persona muy sonriente y con “una pila muy cabrona”. Señala que siempre tuvo “muchos huevos, ese cabrón era recio”. Cuenta que veía bardas muy altas y se subía. “Veía las bardas y le decía: ¿Te vas a subir ahí, pinche Splin? Y decía: a huevo, al chile yo me voy a subir ahorita, te voy a subir conmigo. Uno ha estado llenito siempre, me cargaba, y recuerdo ese güey era muy alegre, americanista al 100%, y un cabrón que le valía verga, ese güey le daba, varias experiencias con él, y sí lo recuerdo de una manera chida, porque yo desde morro él me jaló, él más que nadie fue el que me jaló, yo tenía unos 14 años y empecé a jalar con él, un chingo de historias, vivencias, dentro del graffiti, ese güey me enseñaba, le aprendí muchas cosas, y se lo agradezco en verdad, ese güey siempre fue un graffitero recio y aferrado, así lo voy a recordar”.
Tager recuerda cómo fue el momento en el que se enteró que Splin murió. Dice que se encontraba en su negocio, en el que vende artículos para hacer graffiti, con varios amigos. Cuenta que a Splin tenía unos tres días de no verlo. De pronto vio a su mamá, su hermano y a su hermana acercándose a su local con un periódico. Cuando llegaron, le preguntaron si no habían visto a Jona, (su verdadero nombre), y él respondió que no lo había visto, y que la última vez que se habían encontrado había sido una semana atrás. Esa noche hicieron tres bombas. “Llega su mamá y me pregunta si no he visto a Jona, le digo que no pero que no tenía mucho que lo había visto, y me dice: no es este, y abre el periódico, y veo la página que estaba luego luego en primera fila, y estaba ese carnal con el pelo pintado, una camiseta de la selección, y estaba boca abajo, y ni modo de decirle que no, señora sí es, me dice: no me digas, se me hizo un nudo. Su mamá me dice: nos acabamos de enterar, aquí en un baldío, ahorita no sé que sea, pero sí, se cayó, se dio un madrazo en la cabeza y así fue, su mamá me vino a decir a mí, el que recibió el vergazo fui yo, todavía recuerdo”.
Ante la pregunta sobre si alguna vez ha pensado en dejar el graffiti, Tager dice que él cree que uno no lo deja. “Tiene rato que no pinto, y de vez en cuando, cuando tengo ganas, pinto el barrio, o salgo a darme una bomba por el cantón, uno no lo va a dejar, como tal, y el graffiti no es competencia, no es de hoy hice 10 bombas, mañana hago 20, no, uno lo ve, la escena madura en el graffiti, yo siento que por ejemplo, ya uno pinta por gusto, no por darle gusto a alguien”.
Señala que ya no se tiene la edad ni la “pila” de antes, cuando hacía muchas bombas en una noche. “Agarrábamos la línea 9, luego nos íbamos a la 5, la 1, y la banda de hoy parece que sí, y eso es respetable, ah es que pinto diario, está chido hermano, lo que tú hiciste yo ya lo viví con mi equipo, está muy vergas que salgas a pintar, hay altas y bajas en este pedo, hay banda por ejemplo que empiezan bien recio a pintar, dejan de darle, le vuelven a dar, y así es este pedo, el graffiti es así, o dejas de pintar y haces una cosa, o pagas tu escuela, o te metes a hacer otras cosas, pero nunca dejas de pintar, siempre está la cosquilla, cuando yo tengo ganas de pintar yo soy mi propio 18, y está mejor, yo lo he notado, porque luego pinto solo y ya me hago el loco, me han agarrado y ya es un chesco menos, que agarrarme con la banda, pero yo siento que uno nunca va a dejar el graffiti, al menos yo”.
Recuerda una experiencia fuerte con la policía. Señala que aún vivía Splin y estaban pintando por la alcaldía Venustiano Carranza. “Íbamos como seis o siete güetes de mi crew, iba una chava también, estábamos pintando cerca de la delegación unas cortinas, y verga, que llega la tira, y como pudimos nos escabullimos, unos debajo de un carro, otros en las marquesinas, otros se metieron hasta a las canchas de futbol que había ahí, empezaron a agarrar a la banda por las cámaras, y nos fueron agarrando poco a poco, ya llegamos al juzgado cívico de la Venustiano, recuerdo que un vale, ya sabes, siempre se pone al pedo, ya la íbamos a chispar, porque ese pedo es falta administrativa, y mi vale empezó a hablar mamadas, y a hablar de más, y la policía nos dijo que viéramos como se ponía nuestro amigo, y nos mandaron al MP por daño doloso, y nos metieron, nos íbamos a ir a chingar porque nos trasladaron al MP y ya estaba programado para irnos a chingar, y yo recuerdo que esa vez las jefas: consigan dinero para otras cosas, porque sí está recio el pedo, los están metiendo por daño doloso, daño en pandillerismo, pues a moverse a conseguir dinero, pero esa vez si nos íbamos a ir a chingar, recuerdo que estábamos varios ahí”.
Dice que se movieron para conseguir un abogado, pues se quedaron dos días en el MP, pero después poco a poco los fueron sacando”.
También recuerda que en una ocasión se encontraba pintando sobre la avenida Guadalupe, en Pantitlán, en una tienda de pinturas. Tenía unos 14 años, cuando salió una persona de la casa en la que pintaba y le habló diciéndole que le estaba quedando bien su pinta. “Ahí voy de pendejo, y que me mete, ah, pásale, ahorita vas a ver, dije: no, no mames, al chile ya valió verga, porque eran un chingo de rucos, andaban bien pedos, y dije: nel, ahorita le aviento huevos no me voy a dejar, que dicen: al chile cámara, que me amarran a una silla, que me amarran las manos, y me dicen que me baje los pantalones, les dije: al chile va a valer verga, putos, porque yo pensé otra cosa, pero con mi mismo aerosol que me pintan todo, desde mis tenis, hasta arribita de la rodilla, que me pintan todo, sáquese a la verga, no ande pintando puto, y eso le fue barato”, señala.
Dice que en ese tiempo se había comprado unos tenis Nike Air Force, que quedaron pintados.
“Esa fue una experiencia cabrona, yo tenía como 14 años, de ahí me aferré, y dije al chile recio, no voy a abortar misión, le voy a seguir”, cuenta.
Pantitlán representa la casa de Tager. “Panti es mi barrio, es mi mundo, o sea, yo siento que es la escena, es todo lo que he vivido aquí desde morro, desde pequeño yo siempre he sido de aquí, y para mí panti siempre representa mi casa, mi cantón, mi barrio, mi patio, Pantitlán para mí es todo, si volvería a nacer, Panti es Panti, es un orgullo vivir aquí de todo, porque aquí puedes ver todo el comercio, la gente cómo trabaja, todo, todo tiene que ver aquí”.
A las personas que van empezando en el graff, les recomienda mucho practicar y bocetear, que se terminen libretas boceteando y que sean originales y creativos, pues cree que eso repercutirá en su futuro como graffitero. “Hay banda que empieza a pintar y lo dejan, se meten a otra cosa, que les gustó esto, no sé, pero por otra cosa hay banda que desiste en el graffiti, y lo dejan como tal, yo le digo a la banda: si le quieren echar huevos, boceteen, pónganse a practicar, diseñen letras, yo no digo que está malo copiar, no, te das una idea, pero puedes deformar las letras, si ese güey la hizo así, yo voy a sacar otra cosa, una extensión, todo es válido, no te voy a decir que todos tenemos estilo original, porque todos tenemos algo de alguien. En ese caso, la banda que es original es banda de antaño que empezó en esto, pero todos traemos algo de alguien, no igual, pero nos dimos una idea del estilo de alguien, la banda que dice que ese es su estilo, no, esa letra ya existía, nada más que tú la estás deformando a tu gusto, porque tú como estilo (…) el lettering para mí, sí lo respeto, pero son letras que ya están libres, la gente las deforma pero para mí no es original, yo respeto, pero así que digamos: es que es mi estilo, no, todos traemos algo de alguien”, concluye.
Comments