Klet es fundador del crew CNA, y lleva pintando aproximadamente 18 años; actualmente se dedica a realizar puras pintas legales, pero mucho tiempo hizo ilegal
Por: Miguel Flores
Klet muestra con orgullo y un poco de presunción la colección de revistas en las que llegó a aparecer alguna de sus pintas. Fácil, son unas 20 o 30. Graffiti, Rayarte, Virus… Hay de todo. Revistas que hace ya varios años dejaron de imprimirse en alguna rotativa, pues, supongo, la llegada del internet dio mayor apertura a ver pintas, e incluso a interactuar con escritores de graffiti de manera directa por medio de las redes sociales, y les dio en la madre.
Recuerda con nostalgia las pintas ilegales que él, junto a algunos otros miembros del crew del cuál es fundador, CNA, realizaron en los puentes vehiculares de la calzada Zaragoza, esa que conecta a la Ciudad de México con el Estado de México, desde la parte oriente de la capital. “Esas del vehicular que te digo duraron 12 años”, asegura.
Explica que, cuando hizo las pintas de los puentes vehiculares que conectan a un sentido con el otro de la Zaragoza, tenía poco tiempo pintando. “No, ahorita ya lo veo y digo nel ni madres, estaba bien pinche loco”, dice, cuando sorprendido comento que eso seguramente era muy peligroso.
Klet es sencillo, amigable. De estatura baja, con un gran carisma. Lleva puesta una playera blanca que tiene estampado con sublimación las letras del crew que fundó hace ya varios años, casi dos décadas: CNA. Alrededor de las letras que representa el crew, que significa Como Nunca Antes, están las placas de sus miembros actuales. Muchos de los que iniciaron con el proyecto ya no pintan. Sus 18 años de experiencia en el mundo del graff le han enseñado de todo un poco.
Cuenta que su mamá, hace algunos años, era comerciante, y cuando lo castigaba por algo “malo” que hacía, lo mandaba a comprar su mercancía al Centro Histórico de la Ciudad de México. Sin embargo, esto que representaba un castigo para ella, era un premio para él, pues en el camino iba viendo los spots en los que podría pintar próximamente. Incluso, en su época de ilegal, contaba con un calendario en el que ponía los días exactos en los que saldría a pintar y los lugares a los que iría.
Actualmente hace puro graffiti legal, pero hubo un tiempo en el que si se dedicó únicamente al ilegal. Sin embargo, dedicarse a este último le trajo muchos problemas, pues, cuenta, finalmente son excesos que pasan a cobrarte factura.
La última vez que pinto ilegal, se “atascó” en varios lugares. Cuenta que en esa ocasión había ido al centro, con otro escritor de graffiti que, actualmente, ya no pinta: Nosti. Vandalizaron enfrente de TT Caps, que se encontraba por Isabel la Católica, “y así como que la zona chida”. De regreso a casa, al oriente del Estado de México, vieron a otra “banda” pintando en la lateral de la Zaragoza, a la altura del metro Canal de San Juan. Decidieron hacerles compañía y pintar con ellos, lo que resultó ser una mala idea.
“De repente me dice: güey ya valió verga, hay vienen un chingo de patrullas, y ya los del metro ya habían visto, pues todos a correr. En la redada nos agarraron a la mayoría, nada más creo la libraron dos güeyes y ese día nos agarraron a siete, a nosotros dos y cinco de los que iban con los otros, pero eran unos güeyes de Agrícola Oriental, y ahí sí estuvo más cabrón, nos metieron a separos, y sí le llamamos a las jefas y todo un desmadre, y ya ahí ya eran 20 mil varos, para salir del pedo eran 20 mil varos cada uno”, cuenta.
Dice que, como se pudo, juntaron el dinero y pudo librarla. Desde ahí se alejó del ilegal, y solo de vez en cuando salía a "destaparse" cuando alguien más le tapaba una pinta.
Actualmente trabaja en un archivo, lo que le ha enseñado que debe tener un registro de sus pintas, pues “es parte de mi historia”. Por ello, tiene un par de albums llenos de fotografías con los graffitis que alguna vez hizo y que, muchos de ellos, ya no existen. Legales, ilegales, espectaculares, bombas, caracteres… Todo tipo de pintas pueden verse en sus fotografías, que a ojo de buen cubero, han de ser más de mil.
Para Klet el graffiti no es nada más que un hobbie, “un rato de diversión y de desmadre”. Inició en el graffiti gracias a uno de sus hermanos, el mayor, que pintaba Strack, “y tenía unos amigos de aquí de la colonia que se llamaban GA, y ellos hacían graffiti por aquí por el barrio, ese fue el primer punto que yo dije: eso está chido. Con el tiempo fui viendo más cosas, pero eso fue lo principal por lo que comencé a pintar”.
De más joven, lo tomó como parte de su vida. Dice que se “clavó mucho”, y si lo tomó muy enserio. “Me dediqué mucho a eso, meterme de lleno al grafitti ilegal, ya con el tiempo fui moderando y empecé a dejar el graffiti ilegal, el chiste era no dejarlo de hacer”.
Prefiere el ilegal, pues es lo que más le gusta y lo que más respeta, pero por cuestiones personas y “de adulto, de señor”, actualmente se dedica a hacer puras pintas legales.
CNA, el crew al que pertenece, y del cual es fundador, significa amistad para él, “donde han entrado muchas personas y al final de cuentas muchas se han ido por cuestiones ya familiares y toda esa onda, pero al final del día, pues siguen siendo mis amigos, cuando los veo, pues los veo con gusto”.
En la actualidad hay 12 miembros pertenecientes al crew, pero en su momento de mayor apogeo, cuando se dedicaban al ilegal, llegaron a ser hasta 30. “Llegaba mucha gente y decían: yo quiero ser del crew, y teníamos un compita, que ese güey nunca pinto, pero siempre nos ayudó a hacer tops, le decimos “El Hommie”, y ese güey decía: sí, que le entre, pero hay que darle sus inflados, que eran tres madrazos en el cachete inflado (risas)”.
Para él, todas las experiencias que ha tenido en el graffiti son buenas, lo único malo es que “como todo, los excesos son malos, al final de cuentas son malos y llevan a algo pues malo, entonces yo de que pinté ilegal, pues sí me metí en muchos, muchos problemas de chavillo, desde los 17 años tuve muchos atorones, y pues poco a poco fueron aumentando, aumentando, y no entendía, hasta que llegó el día donde dije: no esto ya, tengo que pararle, porque sí ya era algo más fuerte para mí, para mi futuro y todo eso, por eso me retiré del graffiti ilegal, pero de ahí en experiencias, pues todo ha sido muy chido”.
Pintar le ha dejado muchos amigos a los que considera parte de su familia, como Kuson, a quien considera un hermano. “Kuson, Nosti, son los que podría más mencionar”.
Además de la Ciudad de México, o el Estado de México, ha pintado en otros lugares de la República Mexicana. Una de las pintas que más recuerda fuera del área metropolitana es en Acapulco, cuando pintaba ilegal. “Fui a pintar a Acapulco, bueno, fui así de desmadre y se me ocurrió pintar en la entrada principal donde decía: Bienvenido a Acapulco, y dije: ahí debe de ir un Klet, y pues sí, igual valió madre, nos agarraron pero ahí tengo la foto que es lo importante”.
Para él, alguien que no hace graffiti, nunca va a entender por qué después de muchos años sigue en esto. “Te va a decir: ay, ese güey gasta su tiempo y su dinero, y todo, pero no es tanto eso, yo lo veo como un deporte, como los güeyes que gastan su dinero en arbitraje, que se paran temprano y se van a gastar en el fútbol, que les gusta, yo tengo a mi hermano mayor que le late un chingo lo que es eso de las barras, pertenecer a un equipo, y está muy bien, yo lo veo contento, él es feliz con lo que hace, entonces yo también, te digo, no lo llevo ya al 100% como antes, pero ahorita lo hago porque es parte de ti, no lo puedes dejar así de decir: ay, ya no voy a pintar, lo moderas y lo bajas porque hay cosas más importantes, pasa como a tercer, cuarto término, pero lo seguimos haciendo porque nos gusta, nos hace sentir bien”.
Un crew que cree que destaca, son los One Up, pues siente que además de ser muy virales, tienen una organización muy buena. Un graffitero que lo motivó, además de que tenía su propia marca de aerosoles, fue Aser 7.
Al preguntarle cómo ve su familia el que se dedique al graffiti, explica que su mamá nunca se metió, pues siempre los ha dejado ser a él y a sus hermanos. “Nos dice: hazlo, pero con respeto y con cuidado, el ilegal te mete en problemas, y era lo que detestaba, porque decía: está bien, pinta, pero ella prefiere que pinte con permiso a que ande arriesgándome, sí, es riesgoso, y de ahí en fuera, pues no, o sea, siempre me han apoyado, no lo entienden mucho, pero tampoco me dicen que no lo haga, me dejan ser”.
Sobre los nuevos escritores de graffiti, piensa que es como todo, pues siempre hay chavos que salen muy fuertes y hacen cosas muy buenas y muy elaboradas, “el problema es que nada más es cosquilleo, o sea, una temporada y lo dejan, entonces es muy raro el chavo que sale y sigue, pase lo que pase, que tenga hijos, tenga familia, ya no lo hacen, pero de ahí en fuera siempre ha habido talentos, chavos muy talentosos”.
Una de las mayores satisfacciones que le ha dejado el graff es conocer gente. “Gente buena, tengo muchos amigos que ya más allá del graffiti, es como, ya nos reunimos, y cuando nos reunimos no hablamos tanto del graffiti, más bien hablamos de la familia, de los proyectos personales, de cosas así, entonces, como que lo más satisfactorio para mí es eso”, concluye.
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