Humo es un referente del graffiti mexicano; cuenta que, mientras tenga fuerza en las manos para sostener un aerosol, seguirá dando vida a los muros
Por: Miguel Flores/Klandestino TV
Humo está concentrado en la pintura que expulsan las latas de aerosol que sostiene con sus manos. Detalla por allá y por acá. Claros, oscuros, brillos. Tiene todo calculado, se ve en su rostro concentrado y serio.
Tiene unos lentes cuadrados y un pantalón aguado color café. Tez morena, barba un poco crecida, con algunas canas asomándose en ellas, una gorra negra cubre su cabeza y una sudadera del mismo color, su torso.
El mural que pinta en el Faro de Oriente, en Iztapalapa, en la Ciudad de México, es un Quetzalcóatl de grandes proporciones. Es común que pinte figuras alusivas a las culturas originarias de México. Los más de 28 años que lleva en el mundo del graffiti le han enseñado bastante y lo han llevado a conocer casi toda la República Mexicana, y otros países como España, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica y Colombia, entre otros, además de presentarle a muchísima gente.
Le pido que nos platique un poco de él. Deja a de pintar un momento, se vuelve hacia mí, arriba del andamio que le da altura para alcanzar las partes más lejanas del muro, y comienza la charla.
Humo es un grafitero originario del estado de Oaxaca, pero radicando desde los tres años en la Ciudad de México, “hace como 44 años”, dice, por lo que ventila su edad. Creció en el barrio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Dice que siempre le gustó el dibujo, desde niño, pues veía que sus tíos dibujaban, por lo que, cree, lo traía en la sangre.
“Por ahí del 93-94 fue como conocí el graffiti, y pues me enganché con él, y empecé por ahí del bachilleres, con la banda, a conocer los movimientos juveniles, con la banda punk, la banda hard core, y ahí fue donde empecé a ver los tags que estaban en algunas partes, porque no había mucho graffiti, pero sí se podía ver en los autobuses, en algunas partes del metro, la combi, los postes de los teléfonos, la calle”, dice Humo.
Comenta que de esta manera fue su primer acercamiento con el movimiento, en el Bachilleres y en el CCH Oriente. “Ahí ya nunca me pude des afanar o deslindar de él”, asegura.
Continúa explicando que él congeniaba con la ideología punk, y ahí mismo conoció este tipo de arte, se le hizo una manera de decir lo que le molestaba, algo contestatario. “Yo veía el graffiti como algo, pues, que era de acción directa, no era tanto discurso, sino era ir a la calle y poner consignas, porque aparte de mi tag, poníamos frases, como golpea al sistema, y cosas así”.
Menciona que empezó a conectar lo que es el dibujo con lo que son las letras, pues antes, en su cabeza no existía esa manera de ver al graffiti. “Yo lo veía como con la onda de las letras, pero cuando se conectó esa parte en mi cabeza, ya lo pude desarrollar más; muchos de los graffitis que yo hacía, era en relación a la crítica social, muy contestatario, para mí fue más como una herramienta, como una manera de expresar cosas que a lo mejor no se podía hacer de viva voz, ya había marchas, ya había como manifestaciones de esa manera, pero siento que el graffiti era más libre, porque no tenías que pedir permiso, no necesitabas la aprobación de la gente, solo lo hacías, y había gente que le gustaba y había gente que lo repudiaba”.
Graffiti Ilegal en su vida
Desde que inició con las pintas de graffiti, hizo piezas ilegales. “Siempre fue eso, tuvimos incursiones dentro del subterráneo, pintamos varios túneles, mi banda pintó vagones, pintábamos puentes, espectaculares, y siempre fue como la base, como el principio de todo, hoy tú puedes decir que igual y ya me dedico más, entre comillas, a lo legal, pero cuando se puede seguimos pintando (ilegal)”.
Explica que, para él, no hay una división entre el graffiti legal y el ilegal, pues, menciona, la división nació a partir de la gente que hacía investigación o quería ver qué sucedía con él, y tenía que clasificar y hacer una división de lo que era el graffiti con permiso y sin permiso.
“Pero nosotros hacíamos de los dos, o sea, no teníamos problema”. Dice que un amigo y él, eran quienes siempre pintaban en lugares más peligrosos y arriesgados, y con el tiempo se comenzó a llevar una videocámara y empezó a enseñarle lo que hacía a su madre. “Mi jefa nunca se opuso a que pintara, yo creo que ni sabía muy bien qué onda, pero sí me aventó una pregunta que, como que me paralizó, me dijo: sí está todo chido, pero y si te agarran, ¿Yo qué voy a hacer? Ahí fue cuando dije ¿Qué pedo? Cuando las personas dependen de ti, ya hay una responsabilidad, entonces ya no es tan fácil. Hoy tengo una hija, entonces, ya no es como que arriesgue tanto mi libertad o mi seguridad física, sino que hoy ya la pienso, cuando está puesto hago la travesura, pero eso fue lo que me marcó, pero entonces yo quería seguir haciendo graffiti, y dije: ya no me voy a meter a lugares tan arriesgados, pero voy a seguir pintando”.
Vivir del Graffiti
Cuenta que por las ganas de pintar, comenzó a pedir permiso en algunos lugares en los que lo dejaron, y cuando lo hacía, la misma gente le preguntaba cuánto les cobraba por pintar sus negocios, sus casas, etcétera.
“Empecé a conectarme con gente que tenía ciertos negocios, en donde me dieron chance de pintar, y así conocí a un señor que le decían Don Val, era (dueño) de una de las primeras tiendas de skate en México, se llamaba Val Skate la tienda, estaba ahí por aeropuerto más o menos, en Balbuena, entonces le hice una chamba de pintarle las rampas que tenía, sus botadores, varias cosas, y empezó esa parte de comenzar a hacer del graffiti una manera de vivir, yo ni siquiera imaginaba que iba a ser famoso, ni siquiera imaginaba que iba a vivir de esto, pero me aferré mucho, por mi necesidad, ya no lo hacía de manera tan ilegal por lo de mi jefa, y comencé a desarrollar todavía más el dibujo”.
Humo dice que sus influencias siempre han sido los comics y las historietas, por lo que siempre ha dibujado mucho, y eso mismo es lo que lo ha llevado a poder hacer murales de cualquier cosa.
Ser un ejemplo
Para él, poner tu nombre o sobrenombre en una pinta, es como una equivalencia a un autorretrato. Lo compara con un pintor de caballete, que hace un autorretrato, “para nosotros son las letras, poner tu nombre es como tu retrato, porque en el graffiti lo que se buscaba era el anonimato, que supieran que pintaste, pero que no supieran quién fue”.
Explica que comenzó a hacer dibujos de muchas cosas, como un campo nudista, una producción de insectos en un basurero drogándose, tomándose unas “caguamas”, y su graffiti llamaba mucho la atención porque nadie hacía eso, pero cuando conoció a algunos “chavitos” y le enseñaban sus dibujos, hacían personas con unos “toquesotes” de marihuana, “güeyes así, en la loquera, me llegó esa parte de la responsabilidad, lo que tú estás haciendo, a lo mejor a muchos no les importa, pero las generaciones que vienen atrás, están imitándote, y cuando tú normalizas el alcoholismo y la drogadicción se hace común, entonces yo veía que era una influencia hacia ciertas edades, y cambié un poco a meterme a difundir lo que es mi propia interpretación de lo que es la cultura mexicana”.
Humo no se considera patriota, pero sí nacionalista, y está orgulloso de lo que es la cultura mexicana. Por eso, en vez de seguir haciendo dibujos que hacían alusión a los vicios, comenzó a hacer guerreros águila, y notó que muchos graffiteros también los comenzaron a hacer, luego cambió a guerreros jaguar, y también los comenzaron a hacer.
“Empecé a modificar y a transmitir parte de lo que es nuestra cultura, y mi propia reinterpretación de lo que yo creía que era importante para mí y para que lo viera la banda, entonces, empiezo a utilizar íconos mexicanos, al Quetzalcóatl, los guerreros águila, jaguar, y lo que se me fuera ocurriendo, y transmitir esa parte del orgullo de ser mexicano”.
Cuenta que eso es parte de la identidad mexicana y su cultura, y para él es importante, porque es la herencia de los mexicanos. “Para mí hacer graffitis grandes, monumentales, pues es también una manera de reeducar a la banda, porque no solamente los chavos, sino también la gente mayor, cuando ve los murales les impresiona, lo cuidan, porque cuando hacemos algo para la gente, ya no hacemos tanto nuestras letras, sino hacemos algo que sea identidad del mismo barrio, entonces la gente lo adopta y lo abraza”.
Enseñanza del Graff
Cree que todos aprendemos de lo que hacemos. Él ha aprendido que tienes que encontrar una pasión, algo que él no buscó como tal, pero la encontró: el dibujo. “Del dibujo hago aerografía, diseño gráfico, ilustración, pintura de caballete, óleo, acrílico, tengo muchas actividades que van relacionadas a esto. Lo que me ha enseñado es que el graffiti es una parte importante de mi vida que no he pensado en dejar, sino que me ha dado mucho; me ha dado una familia, pareja, con qué alimentar a mi familia, un trabajo, me ha dado muchas cosas y he aprendido que si tú tienes una pasión, ya no tienes un trabajo, todo es mucho más fácil cuando las cosas las haces por pasión”.
Explica que el graffiti le ha enseñado a vivir, a tomar las cosas buenas, a apreciar a la “banda” que se aferra y está contigo. “El graffiti aparte de enseñarme lo que es la vida, me ha dado como vivirla”.
SF, su crew
El crew al que pertenece es Sin Fronteras, SF, que fue fundado a mediados de 1996, y, explica, por él han pasado muchas generaciones y él es el que ha permanecido por más tiempo.
“Es mi equipo, yo creo que es mi pandilla, como mi segunda familia, lo más grande, y ha pasado mucha banda, muchos han desertado, o muchos se han quedado en el camino, pues se los ha tragado la vida; se casaron, se dedicaron a otras cosas, a lo mejor no era su pasión, pero la banda con la que estoy ahora, igual son más jóvenes, pero igual le atizan al graffiti, y nuestro crew le hace honor a su nombre, Sin Fronteras, se llama Revolución Cultural Callejera Sin Fronteras, pero lo dejamos como SF nada más, y pues tenemos compas en varias partes del país y en varias partes del mundo”.
Dice que, después de 28 años en el graffiti, sigue porque es su manera de vivir, y aunque puede hacer muchas cosas porque tiene la capacidad, esta es su pasión. “Yo me muero si no hago graffiti, hay gente que el graffiti los ha matado, les ha dado cáncer, se han caído de un puente, los han matado, los han atropellado, el graffiti yo creo que es de las forma de expresión más cabronas porque arriesgas tu libertad, tu vida e inviertes tu dinero tu tiempo y tu esfuerzo”.
No está entre sus planes dejar de pintar, pues, cuenta, mientras tenga suficiente fuerza en la mano para tomar un aerosol, lo seguirá haciendo.
Narra que algo muy grato para él, es ser la inspiración para que otras personas comiencen a pintar. “La banda de El Salvador, la banda de Guatemala, la banda de Costa Rica, de Colombia, de Chile, me decían: nosotros nos dedicamos a pintar graffiti porque veíamos tu trabajo, entonces, aquí en México ya cotorreo con la banda y no hay falla, pero cuando te lo dice alguien de otro país, y te dice que fuiste el responsable de que se dedicara a esto, es algo bien grato y bien chido, y eso hizo que mi cabeza se abriera más a seguir pintando”.
Cuenta que ya no ve muchas cosas nuevas, pero sí ve mucha calidad, así como a muchas mujeres haciendo murales. “Antes igual había mujeres, pero solamente eran letras, y hoy tienen mucha más calidad, hay técnicas mixtas, utilizan rodillos, pinceles, un desmadre, y está chido, o sea, cada quién tiene su mercado, pero el graffiti va creciendo y ha ganado más lugares. El graffiti ilegal, contestatario, le abrió las puertas a todas las formas de expresión que hoy hay, todo lo que es el arte urbano, se desarrolló a partir de que voltearon a ver el graffiti como un problema social, y brincó esa parte, y ahora hay hasta casas de cultura donde te dan clases de graffiti, hay clases de rap, y breack dance, y todos los cuatro elementos, y yo no me caso con esa ideología, pero sí con la idea de que el graffiti fue el primer elemento y fue el que le dio vida a todos los demás”, concluye el artista.
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